«All’inizio, quando mi hanno proposto questa fiction, avevo dei dubbi, non mi sentivo capace di rappresentare una realtà così importante, complessa. Poi, le persone coinvolte mi hanno dato un giudizio positivo sulla sceneggiatura e ho avuto il via libera. Una fiction che non indulgeva al pietismo o al buonismo, sentimenti ruffiani atti a conquistare lo spettatore, cadendo nello stereotipo. Puntava invece ad affermare quanto sia importante per una persona disabile affrontare il problema, chiedendosi cosa si prospetta nella vita per superarlo. C’è chi sceglie lo sport per un riscatto sociale o per essere bene accetto in famiglia, nella cerchia di amicizie... sono tante le sfaccettature. E negli ultimi tempi vedo con gioia l’atteggiamento di alcuni atleti che, pur avendo degli handicap evidenti, posano per le riviste mostrando le loro protesi, le mettono in evidenza come semplici accessori e, giustamente, si sentono “fighi”. Guardandoli, ci si dimentica della loro disabilità. Insomma, queste persone non vogliono essere considerate eroi, ma solo essere accettate. D’altronde tutti noi abbiamo, in un modo o nell’altro, le nostre disabilità interiori o esteriori».
Nella fiction il suo personaggio diceva: dovete essere felici per essere vincenti...
«Esatto:
i campioni non sempre sono felici, strano ma vero, perché a volte sono
presi dall’ansia di prestazione e, quando salgono sul podio, è una
vittoria conquistata per gli altri non tanto per se stessi. Se poi non
riesci a mantenere il ruolo del campione la faccenda si fa pesante».
Da bambino, lei sognava di salvare il mondo...
«Sì!
Ero spettatore assiduo dei cartoni animati, dove gli eroi sconfiggevano
sempre il male. Crescendo, però, le cose si vedono diversamente in
un’altra prospettiva. La nostra paura, in certi casi, è non sapere come
avvicinare un disabile, lo vedi come lontano da te e c’è ancora molto da
fare nell’educazione scolastica».
In tal senso, come ha educato i suoi quattro figli?
«Cercando
di offrire loro un buon esempio, almeno ci provo. Non ci sono parole da
dire, occorre agire, dimostrando un sano, giusto comportamento: è
necessaria più attenzione e vicinanza, per abbattere le barriere. Il
messaggio paralimpico educa ovviamente all’inclusione, non alla
compassione, perché la competizione sportiva rende tutti uguali e gli
spettatori delle gare ormai tifano per disabili o per normodotati nello
stesso modo».
Lei si adopera per aiutare gli altri. Ha mai avuto bisogno di aiuto e c’è stato qualcuno che le ha teso una mano?
«Tutti
noi attraversiamo dei momenti bui, dove il supporto della vicinanza
morale è fondamentale. Certo, anche io ne ho avuto bisogno e, per
fortuna, c’è sempre stato chi mi ha teso una mano».
Sí», confirma, »voy allí porque fue una feliz combinación de encuentros, que luego se convirtieron también en amistades, de afecto mutuo: sobre todo con las atletas paralímpicas Ambra Sabatini y Monica Graziana Contrafatto y luego con el presidente del Comité Paralímpico Italiano Luca Pancalli. Lo había conocido hacía mucho tiempo, porque me habían pedido que contara la historia de su vida: era pentatleta, subió varias veces al podio como vencedor pero, debido a un accidente de equitación, sufrió una lesión medular que le provocó la parálisis de los miembros inferiores. Luca», añade Bova, “es un hombre excepcional, ha llevado el deporte paralímpico a niveles increíbles de aceptación, notoriedad y, sobre todo, ha inspirado a tantas personas que, a través de la actividad deportiva, pueden superar una desgracia, embarcándose en una segunda vida”.
También has protagonizado recientemente, en el papel de un entrenador, la serie de televisión «I Fantastici 5», creación del periodista Massimo Gramellini y producida por Lux Vide, que narraba los retos de las personas discapacitadas y sin discapacidad en el mundo del atletismo y en la lucha diaria de sus vidas.
Al principio, cuando me propusieron esta ficción, tuve dudas, no me sentía capaz de representar una realidad tan importante y compleja. Luego, las personas implicadas me dieron una opinión positiva sobre el guion y me dieron luz verde. Era una ficción que no se dejaba llevar por el pietismo o el buenismo, por sentimientos complacientes destinados a ganarse al espectador, cayendo en estereotipos. En cambio, pretendía afirmar lo importante que es para un discapacitado enfrentarse al problema, preguntarse qué le espera en la vida para superarlo. Hay quienes eligen el deporte para redimirse socialmente o para ser aceptados en la familia, en el círculo de amigos... hay muchas facetas. Y en los últimos tiempos veo con alegría la actitud de algunos deportistas que, a pesar de tener minusvalías evidentes, posan para las revistas mostrando sus prótesis, las destacan como meros accesorios y, con razón, se sienten «guays». Mirándoles, uno se olvida de su discapacidad. En resumen, estas personas no quieren ser vistas como héroes, sólo quieren ser aceptadas. Al fin y al cabo, todos tenemos, de un modo u otro, nuestras «discapacidades interiores o exteriores».
En la ficción su personaje decía: hay que ser feliz para tener éxito...
«Exacto: los campeones no siempre son felices, extraño pero cierto, porque a veces se ven atrapados por la ansiedad del rendimiento y, cuando suben al podio, es una victoria ganada para los demás y no tanto para ellos mismos. Si entonces no puedes mantener el papel de campeón, la cosa se pone pesada».
De niño, soñaba con salvar el mundo....
«¡Sí! Era un asiduo espectador de dibujos animados, donde los héroes siempre vencían al mal. Al crecer, sin embargo, vemos las cosas desde otra perspectiva. Nuestro miedo, en algunos casos, es no saber cómo acercarnos a una persona discapacitada, la ves lejana a ti y todavía queda mucho por hacer en la educación escolar».
En este sentido, ¿cómo educó a sus cuatro hijos?
«Intentando darles un buen ejemplo, al menos lo intento. No hay palabras que decir, hay que actuar, demostrando un comportamiento sano y correcto: se necesita más atención y cercanía, romper barreras. Es evidente que el mensaje paralímpico educa en la inclusión, no en la compasión, porque la competición deportiva iguala a todos y los espectadores de las competiciones animan ahora de la misma manera a las personas discapacitadas o sin discapacidad».
Todos pasamos por momentos oscuros, en los que el apoyo de la cercanía moral es crucial. Por supuesto, yo también lo he necesitado y, afortunadamente, siempre ha habido quien me ha tendido la mano'.