sábado, 30 de junio de 2012

Críticas de "Inmaduros"


-Revista Cinemanía-

Nostalgia de riesgo, promoción ‘e quando arrivo a casa: Capuccino’. 

No son sólo nuestras primas de riesgo. También la nostalgia, desatada, nos une. Un paso más allá de nuestra castiza Promoción fantasma, o más bien un nicho más abajo en el sudario en que se han convertido las comedias generacionales, aparece este grupetto de treintañeros largos, casi cuarentones, en apuros transalpinos. La culpa de su súbita reunión al calor de los recuerdos y de algunas baladas baratas es del Ministerio de Educación italiano, que les obliga a volver a presentarse al examen de graduación del instituto, y les fuerza así (en una metáfora involuntaria de los tiempos que corren) a la formación de un Gran Hermano sentimentalón travestido de grupo de estudio. Sobre ese pupitre se van depositando lánguidamente, revestidos de esa naturalidad artificiosa de la publicidad en anuncios de pasta, pizza y capuccino, los problemas más tópicos de un grupo de personajes unidos por el pasado. Hay un trauma común, claro, pero también un repaso rutinario a las tribulaciones laborales, sexuales y familiares de los nacidos en los 70. Sólo preocupado por el ritmo al que se suceden sus cuitas, el filme, de una vacuidad perfectamente estudiada, prefiere explotar el lado sexy (pero soft, muy soft, no hay grandes alegrías por ese lado) de algunas beldades, antes que el frente cachondo cuyas maneras sólo apuntan algunos de estos comediantes all’italiana. Alicatados por los momentos Magnolia, esas secuencias corales con música de fondo que rellenan el montaje de muchas teleseries, los componentes de esta promoción momificada quieren abarcar incluso a la adolescente generación whatsapp, en su postrero y estéril intento por resucitar. 
CARLOS MARAÑÓN

-Revista Fotogramas-

Por Fausto Fernández
Casi cuarenta años atrás, los cuarentones del cine, preferentemente italiano, se enfrentaban a su crisis de edad e inmadurez siendo unos cabrones diletantes. El mejor ejemplo fue Habitación para cuatro, obra póstuma de Pietro Germi (finalizada por Mario Monicelli, autor asimismo de la secuela), un patio de colegio donde sus protagonistas buscaban congelar al Jaimito que llevaban dentro a base de bromazos bordes. De los amigotes del film de Germi a los amiguetes del de Paolo Genovese hay un trecho muy largo que ha domesticado bastante la carga malintencionada y nihilista. Tal vez sean malos tiempos para la lírica salvaje, pero aún así no es cuestión tampoco de restarle méritos a Inmaduros, una buena comedia que sabe hallar el equilibrio entre el chiste transalpino y el estudio de personajes alpino. O sea: entre el gag vodevilesco y latino, y la nostálgica mirada pequeñoburguesa del cine francés. Nostalgia es lo que pulsa con acierto Inmaduros, más allá de un Regreso a la escuela o una vuelta al campamento de verano. Nostalgia por los años escolares, la amistad y el todo tiempo pasado fue mejor… o casi, y bien resuelta en el apartado cómico, dignamente hija (o nieta) de la producción más popular mediterránea. Amablemente crítica con los tiempos modernos (adicciones al sexo, intemperies económicas, irresponsabilidades de pareja…), le resta importancia a las pequeñas mentiras porque, en el fondo, idealiza la juventud perdida. ¿Y quién no?